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miércoles, 1 de julio de 2009

Teoría Conspirativa 1


A veces encuentro que mucha gente todavía tiene dejos infantiles, aunque pretendan ser las personas más serias y maduras del mundo sigue habiendo, por lo menos de manera subyacente, ciertos comportamientos reminiscentes a esas edades de inocencia. Muchas veces encontramos que mucha gente poderosa y grave tiene debilidad por dulces infantiles (ejm: Dumbledore en Harry Potter)

Sin embargo, el punto principal es que uno de los dulces que más provoca este fenómeno son las gomitas, particularmente las que vienen en forma de algún animal salvaje. Personalmente tengo una particular afinidad por estas gomitas y durante los pasados dos meses casualmente he estado en varios sitios donde los mencionados dulces han estado disponibles. Entonces un día me di cuenta de un fenómeno recurrente, algo que sucedía en todo sitio donde hay gente comiendo gomitas, sin importar edad, sexo, tendencia política o grado de inteligencia.

¿Cuál es, entonces, este misterioso evento que rodea a toda bolsa abierta de osos de goma?

¡Qué discriminamos!

Claramente hay preferencias en gomitas, todo el mundo quiere las rojas o las anaranjadas, dejando de lado y mirando hasta con desdén a las verdes. De hecho la autoritaria interjección ¡No te comas todas las rojas! ha retumbado en más de una ocasión. Entonces, surge la siguiente pregunta ¿Por qué, si hay tan claro favoritismo hacia las gomitas de color de partido comunista (o del partido republicano) y tanto desdén hacia las de color de partidos ecológicos/copeyanos, las siguen haciendo?¿Por qué no asumen la realidad (por dura que sea) aceptan que las gomitas verdes no le gustan a nadie (excepto tal vez a uno que otro ser con pésimo gusto) y hacen una bolsa con puras gomitas rojas?

La pregunta puede tener una serie de respuestas:

1. Los malvados fabricantes de gomitas en forma de oso (difícil éso de poner malvado seguido de fabricante de gomitas en forma de oso ¿no?) saben plenamente las preferencias discriminatorias de sus consumidores, pero siguen haciendo las bolas multi-étnicas como medio de extorsionar disimuladamente a sus clientes, saben que la bolsa ni de vaina trae suficientes gomitas rojas, saben que vas a quedar con antojo y vas a tener que comprar otra bolsa. No sería más que una estrategia de ventas y una estrategia económicamente racional si vamos a eso.

2. Lo saben, pero les de lástima con las gomitas de color verde, temen hacerle daño a su frágil autoestima azucarado, por ende las siguen poniendo en bolas por compasión.

3. Una agencia gubernamental pensó en algún momento que las bolsas monocolor eran racistas, imponiendo entonces una cuota de gomitas verdes que debe contener cada bolsa, so pena de que te cierre el indepabis si incumples la regulación. La cantidad de gomitas verdes viene dada entonces por políticas anti-apartheidistas o por affirmative action, buscando corregir la injusticia histórica y el sufrimiento por el que pasaron las gomitas verdes por la tiranía de las rojas.

4. Al dueño de la fábrica le gustan más las verdes y todo es un plan maquiavélico para lograr imponerle a sus clientes sus preferencias y gustos.

5. Capaz toda la gente que conozco está loca y en el mundo si hay, en efecto, un grupo significativo de personas a quienes les gustan las gomitas verdes

martes, 16 de diciembre de 2008

La importancia de lanzar zapatos

lanzar zápatos aparentemente se ha convertido en la nueva manera de expresar el descontento sentido con ciertos personajes-situaciones-decisiones. Ahora, aunque pueda la acción parecer, en esencia, semi-salvaje, puesto no está en duda que lanzar un zapato volando por el aire de una tranquila sala de conferencias con la expectativa (y la esperanza) de que éste se le estampe en el pecho a nuestro objetivo, es sin duda, una acción poco civilizada. Sin embargo, yo no comparto esa postura, y pienso, que lanzar zápatos como señal de disgusto o de repudio es una acción perfectamente civilizada y aceptable.

Primero, debo decir que el hecho de que el objeto lanzado sea un zapato es ya de por sí un avance. La tradición de lanzarle cosas a la gente en gesto de aversión es casi tan vieja como la raza humana, y la depuración del objeto lanzado hasta el punto de llegar a un zapato es memorable, basta revisar cúales eran los objetos lanzados en el pasado, y entre éstos encontramos: piedras, flechas, lanzas, balas de cañón, balas, misiles y, en ciertas circunstancias, hasta bombas atómicas. El objetivo de todos estos "proyectiles" es el mismo, hacerle saber, a determinada entidad, llámese país, persona, ciudad, Estado, raza, etc. que tienes un problema con ellos y se lo estás haciendo saber mediante el lanzamiento de un objeto. Ahora, históricamente dicho objeta ha tendido a ser hiriente, punzopenetrante, explosivo. En fin, tenían una serie de cualidades, posiblemente dañinas de las cuales el zapato, como proyectil, carece. En verdad, si nos ponemos a pensar, el peor daño que puede haber causado el zapato era un posible leve golpe que, físicamente, no hubiera trascendido.

Esta defensa del lanzamiento de zapatos marca una pauta en la evolución de los métodos proyectilísticos de ofender a un contrario, abandonando el típico lanzamiento de un objeto que está destinado a físicamente herir a el objetivo, por objetos que están destinados a simbólica y significativamente ofender a la víctima. Por ende, el cambio es en sí pacifista, dejamos de matarnos y empezamos a humillarnos, y si a ese proceso de humillación le sumamos un poco de humor, estamos ya en la presencia de un evento de por más magnífico. Por ende, abogamos por la idea de que ahora, cuando una persona tenga un problema con otra, y quiera públicamente manifestar su repudio a la misma, no incurra en el lanzamiento de objetos hirientes, como podría ser una cenizero pesado, una engrapadora y una silla, sino que se limiten a lanzar zapatos, acción cual, como ya hemos visto, aunque no logre tu objetivo, por lo menos te hace famoso.

P.D. sería un gran paso hacia adelante, en aquellas democracias donde los parlamentarios debaten en medio de un pequeño diluvio de sillas, que cambiaran éstas por zapatos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

santa señal

Todas las personas que han (intentado) transitar por las calles de Caracas saben que esto es francamente infernal, más que transitar apasiblemente en un vehículo es una especie de danza anárquica llena de competencia (desleal) y de lanzadas de carro, sacadas de madre y afincamientos en la corneta. La angustia que uno vive en el tráfico es tal que ni siquiera las apasibles voces de César Miguel y Mr Gaaaatorade sirven para calmarlo a uno, un posible Tafil musical, materializado en un buen cd de jazz o bosa, o mejor aún un itrip, puede servir para bajar la ira que lentamente se acumula durante el trascurso de la cola, aunque a veces no es suficiente, debería ser obligatorio tener una intravenosa de Diazepam, lista para insertarla en la yugular en casos de ataques excesivos de ira vial, de aquellos que son verdaderamente peligrosos cuando tienes 50 años y antecedentes genéticos proclives a enfermedades cardíacas...

Si hay una cosa en la que hay concenso entre los conductores , es que lo que más odio/ira/rabia genera en la vía, es que alguien, generalmente un sinverguenza infeliz que merece (salvo ciertas justificaciones) algún tipo de tortura, se colee. Sí, ese acto de arrogancia con el que, cual escupitajo, nos restriegan en la cara que se creen (en mi caso voy a ser prepotente y afirmar que erróneamente) mejores que nosotros, que su tiempo es más importante que el nuestro. El hecho de colearse es la mejor representación de la viveza (¿estupidez crónica?) criolla, es la actitud de yo soy más vivo/arrecho/pilas, es afirmar que la cola es pa los guevones...¿yo?¿hacer cola?¡JAMAS!, bueno, esos hijos de puta que se meten en el hombrillo y, salvo en los casos donde la Alcaldía de Baruta puso tubitos que lo impiden, te lanzan el carro para meterse enfrente de tí, y de paso causar más tráfico (como si estuviera escaso), ya habiendo aclarado que el hecho de colearse/que te lanzen el carro con hostilidad, es lo que desata la cólera de los conductores pasemos al punto principal.

Ya habíamos dicho que las calles en horas pico son anárquicas, ahí no hay fiscal de tránsito que sea respetado (ni siquiera los que tienen pistola y facultad de multarte), en este paraje semi-salvaje (capaz el semi está de más) esa idea genial de seguramente algún hombre otrora brillante es completamente obsoleta, me refiero, claramente, a la luz de cruce. Un invento diseñado para que uno indique, de manera civilizada, que está realizando una maniobra de cambio de canal, que procederá a inclinar su volante hacia la derecha o hacia la izquierda, y que por ende, la persona que viene detrás debe, también ser civilizada y dar paso. Obviamente esto no ocurre en Venezuela desde el 68, cuando los hombres todavía usaban sombrero... La luz de cruce se ha convertido en un simple adorno, hasta el punto de que las personas con gustas automovilísticos alternativos (eufemismo...) han logrado, que una simple lucecita amarilla que titila, sea rimbombante, incandile y hasta ladilla (las que tienen complejo de bombillo de discplay) como todos sabemos, en Caracas, es imposible que te den paso, excepto cuando....

a) que saques una pistola y apuntes a la persona en la cara (esperando que no saque él una pistola y te dispare primero) b) eres alguna especie de alto burócrata del gobierno y tienes 4 motos de escolta que obligan a los otros carros a darte paso y c) (y esto es verdaderamente sorprendente) ¡QUE SAQUES LA MANO POR LA VENTANA Y HAGAS SEÑAS DE QUE AGUANTEN... es increible, parece que todos (me incluyo) fuésemos una especie de perros pavlovianos que estamos condicionados para frenar, ser civilizados y dar paso cuando una persona tiene la brillante idea de sacar la mano por la ventana y pedirlo. Hasta las insolencias viales más descaradas son toleradas (y hasta consideradas socialmente aceptables) cuando alguien saca la mano, entonces, me pregunto, ¿qué especie de poder mágico ejerce sobre nosotros el gesto de sacar la mano?¿es qué los caballos no tenían luces de cruce y es una costumbre que está ya grabada intrínsecamente en nuestros genes debido al uso que le daban nuestros antepasados?¿darle a una palanquita endeble para que prenda una lucecita que titila es muy poco macho para nosotros y por ende no respetamos la luz de cruce?. El efecto se incrementa incluso cuando la mano que sale lo hace desde el asiento del copiloto, la reverencia que se le tiene a la mano que sale del vidrio izquierdo es asombrosa, ¿es qué acaso pensamos que las ansías de cruzar hacia la derecha del conductor son tales que logró convencer al copiloto de que se tomara la molestia de bajar el vidrio y gesticulase?, supongo que nos hace creer que se trata de algo de vida o muerte, si no ¿cómo lograría que la persona bajara el vidrio y moviera la mano un poco, seguramente tenía muchísimas cosas más interesantes que hacer mientras pasaba 45 minutos en tráfico...? Bueno ese es el punto, sacar la mano y pedir paso, es en Venezuela, como vaca en la Indía, sagrado e incuestionable, es la santa señal... si alguien tiene la respuesta de por qué la tenemos esta seña en un pedestal por favor compártala...