lunes, 29 de junio de 2009


Miraba la rayada buseta que marchaba a mi lado, el vehículo, que francamente se encontraba en un estado depauperado, era un recuerdo continuo de los problemas de transporte que sufre Caracas, sin embargo, este autobús era diferente, pues tenía escrito en sus vidrios "VOTA 1, vota Vicente, el que no alza las finanzas!"

Igual que los sindicatos, las universidades y los colegios profesionales, las uniones de conductores también tienen elecciones internas, si nos ponemos a ver esto debería ser algo obvio, la dirección de un grupo de interés que carece completamente de recursos y de poder formal pero capaz de hacer ruido es algo común en la sociedad. Sin embargo, pensé que esa camionetica era un caso aislado, probablemente propiedad del susodicho Vicente o de algún amigo o pariente cercano, falsedad que quedó en evidencia cuando en cuestión de cuadras vi aparecer otra camionetica pintorreada pero esta vez con el lema "VOTA 3, la plancha que pone orden!" al parecer las elecciones para la Asociación Civil de Conductores Petare-Pastora es todo un evento...

Las promesas electorales esgrimidas por ambas camioneticas-planchas son la demostración en micro de dos de las mentiras políticas que harto daño le han hecho al mundo, por un lado, uno que aboga por no alzar las finanzas, aunque ignoro la situación fiscal de la asociación de conductores, intuyo que la promesa no está basada en la idea de que bajos "impuestos" permitirán a los choferes invertir más en sus vehículos para obtener mayor provecho y brindar un mejor servicio, mi intuición apunta más hacia tendencias populistas subyacentes. Por el otro lado, intuyo igualmente que la plancha "dura" y su promesa de "poner orden" estará destinada en aumentar el poder coactivo de la Asociación en detrimento de la autonomía de los conductores más que en buscar la manera de conciliar posturas encontradas para terminar el aparente caos que reina entre los transportistas.

Me pregunto entonces si esta organización tendrá un debate, ¿por qué no? si se trata de una de los grupos de interés capaces de impactar la opinión pública de manera especialmente contundente (cómo cuando deciden entrar en paro o trancar calles) ¿habrá un debate entre los candidatos?¿jugarán limpio en el debate?¿cómo será el tal "Vicente"?¿tendrá bigote?

Aunque es una mera conjetura, no creo que en caso de haber un debate éste sea limpio, veo las acusaciones personales volando por los cuatro costados, justo como lo hacen en las elecciones de sindicatos, colegios profesionales y representantes estudiantiles...

¿será que jugar sucio en política es una cuestión que está uniformemente presente en todos los sectores de la sociedad?

tal vez Kissinger tenía razón cuando dijo que la política universitaria era particularmente sucia por lo insignificante de lo que estaba en juego, tal vez habría que expandir la frase para hacerla que incluya la política sindical, de los colegios profesionales y (según los cuentos que me invento) las Asociaciones de conductores de autobuses.

viernes, 26 de junio de 2009

Mi mundo ingenuo

















El otro día vi UP, creo que tenía más de diez años sin ver una película de Disney, cosa de la que ni me enorgullezco ni me avergüenzo. Sin embargo me hizo recordar algo que tenía tiempo sin visitar mi mente, de hecho podría decir que en efecto UP me despegó un poco del piso, me hizo recordar que no todo en el mundo son ideas políticas, senados y ministros, alcaldías y estadísticas, que hay algo más allá de las decisiones del Tribunal Supremo y de los programas de opinión de la radio.

Me hizo recordar que alguna vez, mi mundo fue ingenuo.

Era algo que tenía tiempo viniendo, sin embargo me golpeó como un balde de agua fría, fue como si alguna parte obscura de mi mente de repente se atreviera a ejercitar su derecho a la libertad de expresión y en un grito de desahogo exclamara "mierda Manuel Andrés ¿no te estás dando cuenta qué estás obsesionado?¿sabes qué te vas a volver loco si sigues en éso? Tal vez tenga razón. A veces hace falta desconectarse, hacer lo que en mi oficina han venido a llamar "dieta de noticias", o tal vez se reduce a simplemente desarrollar un leve complejo de avestruz, a veces hay que meter la cabeza en la tierra y estar completamente desentendido de lo que pasa en Venezuela y el mundo.

Pienso que a veces hay que alterar el lema de 90.3 de manera que diga: "usted ya lo sabe, escuchar es enfermarse". Sé que estoy corriendo el riesgo de adoptar conductas que abiertamente critico, pero al fin y al cabo, se que es mero desgaste y que en después del fin de semana todo volverá a estar como antes.

Pero mientras no pasen esos dos días, me regocijo en mi vuelto a encontrar mundo ingenuo, mi pequeña torre de marfil abstraída de las insensateces del mundo que tanto me gustan.

miércoles, 24 de junio de 2009

Lo que pasa por la cabeza en clases (cuando aborreces a tu profesor)

Escrito algún miércoles de hastío, entre abril-mayo, a eso de las 8 30 P.M.

La cháchara incesante que emanaba de ese sub ser es un franco insulto a la inteligencia. Seguramente el aire ocupado por el sonido exhudado por el esperpento parlanchín se sentía ofendido por ser reducido a tan vil fin. Era una especie de imagen ambulante, reliquia si se quiere, de una idiosincrasia anticuada, de aquellas que lamentablemente escaparon de la lista de objetivos de los genocidas, de ésas que deberíamos encerrar para siempre en un intento de inocuizar al mundo de su influencia. O por lo menos deberíamos esterilizarlas para evitar su propagación generacional.

Desesperado comienzo a preguntarme ¿es qué acaso no hay salvación?¿no hay nada que hacer?¿debo penosamente resignarme al a presencia de este pseudoprofesor por el resto del año?

Eureka, exclamo repentinamente, ya sé, ¡existe una solución!

El (nefasto) INDEPABIS

Tiene todo el sentido del mundo, dicho organismos tiene por objeto proteger el acceso de las personas a los bienes y servicios. Yo (aunque algunas veces se opine lo contrario) soy una persona, sin duda la educación es un servicio, por ende, este hombre con su infinita perorata llena de insensateces está impidiendo nuestro acceso a la educación (y a la posibilidad de irnos a nuestras casas, el muy bastardo pasa lista) por ende, deberías tener la posibilidad de incoar una demanda en su contra en el Indepabis, tal vez puedan venir, proceder en la manera fascista que los caracteriza, y hacer que este hombre se calle poniéndole en su cara una de esas calcomanías que usan para para clausurar negocios, de esa manera logrando el fin que todos queremos: que se clausure su presencia en nuestro salón y seamos libres.

martes, 23 de junio de 2009

Gracias a los celulares...

Gracias a los teléfonos celulares nos (yo) hemos visto librados de aquella situación de penuria incómoda que acarreaba el hecho de ser adolescente y tener que llamar a alguien al teléfono de su casa, claro está, había excepciones, gente con la que había suficiente confianza como para rellenar el espacio incómodo entre el "ya se lo paso" y el momento en el que la otra persona finalmente atiende, si era alguien a cuya familia uno conocía fácilmente se le podía preguntar a la mamá/papa/hermano-a qué era de su vida, cómo iba su trabajo, qué tal su nieto o cualquier otra trivialidad generalizada que nos permitiera escapar del inefable martirio que representa el silencio en este tipo de llamadas.

Sin embargo, no corríamos con esa suerte cuando la familia de la persona a la que llamábamos era una incógnita, este hecho se potenciaba aún más cuando la persona con la que intentábamos comunicarnos era una persona del sexo opuesto que alebrestaba nuestra hiperactivas hormonas. De todas las situaciones posibles, ésa, sin duda, era la peor de todas.

Todo empezaba (en el caso de haber sido un adolescente acomplejado e inseguro, con ciertos dejos de neurotismo) con la diatriba mental ¿o era simple cobardía?¿exceso de miedo juvenil a una negativa? que tenía lugar por 2 horas y media antes de que lograra juntar el coraje necesario para alzar el teléfono, empezar a marcar 7 veces sin tener las bolas para marcar el último dígito para lueeego, después de todo ese procedimiento, que por lo burocrático raya en lo ministerial, finalmente lograba terminar de marcar los números y esperar de manera ansiosa que alguien contestara.

No sé qué era peor, si ese momento, mientras el teléfono repicaba y uno alzaba desesperadas plegarias a todos los santos para que te atendiera la persona a la que estabas llamando y así evitar el temible "buenas, por favor con fulana" seguido por el, sin duda parco y a veces (especialmente cuando se trataba del padre) genuinamente odioso "sí, ¿quién la llama?" o el momento posterior al quién la llama, ese momento que ominosamente anunciaba el "ya se la paso" momento en el que en ocasiones ocurría el hecho fatídico representado por un teléfono dejado sobre una mesa, donde una podía escuchar a los lejos o a un papá claramente molesto por el hecho de que su hija sea presa de ansiedades varoniles, o, una mamá (generalmente señora regordeta y de pelo corto, insatisfecha por el poco tiempo que le dedica su marido y envidiosa de la atención que recientemente su hija post-puberta ha atraído) diciendo de manera retadora "fulana, un tal [inserta tu nombre acá] te está llamando, no me parecen horas para estar llamando a una casa de familia/¿y quién es ese muchachito que te anda llamando?/mira.... deja ya la llamadera, no me gusta que te anden llamando a la casa..." Sin duda, en esos momentos uno estaba seguro que su llamaba tenía un fatum, el de terminar como una versión barata del Titanic, es decir, hundida en el fracaso pero sin la publicidad (y la película mala).

Sin embargo, la tecnología ha tenido una importante labor en disminuir esos momentos de nefasta incomodidad, primero, lo logró mediante la aparición de messenger, entonces, uno estaba (como buen puberto) adherido a una pantalla de computadora hablando con la susodicha (si es que uno tenía algún tipo de esperanza hacer contacto preliminar por msn era un imperativo) entonces uno seguía el modus operandi de informarle a la persona que uno tenía la intención de llamarla y luego uno ponía como prerequisito de la llamada que esa persona (y no un familiar molesto) atendiera el teléfono. Sin duda esto representó un gran avance en la reducción de la incomodidad telefónica. (especulo que algo así deben hacer los pubertos de hoy en día pero con el blackberry messenger, o quizá ya ni siquiera llamen a la gente a sus casas)

Luego, con la democratización del celular se redujo aún más la incomodidad telefónica, siendo posible llamar (siempre utilizando el teléfono perteneciente un papá que fue, afortunadamente, dejado desatendido en la mesa del comedor) directamente a la persona, esto, aparte de generar menos incomodidad, resulta mucho más eficiente, puesto se eliminan los pasos necesarios para llamar a alguien, eliminando a ese perverso intermediario que es la persona encargada de hacernos esperar en ascuas y de someternos a la tortura mental que hacen que, en esos escasos segundos, nuestras inseguridades juveniles se vean exponencialmente aumentadas.