lunes, 1 de diciembre de 2008

mi gran temor (uno de los)

Ayer, en una excepcional conversación, salieron a flote algunos temas bastante álgidos, en resumidas cuentas: existencia de D(¿d?)ios, no-ser, la muerte, et al . Dejando de lado las consideraciones teológicas y ontológicas, debo decir que lo impresionante de nuestra pequeña discución acerca de la muerte, fue ver la diversidad con que la afrontamos, a algunos (entre los cuales me incluyo) simplemente nos da un terror horrible, otros lo toman mucho más estóicamente y simplemente les resbalase si ipso facto dejaran de existir.

Pero, mi intención no es hablar de la muerte, puesto eso me estresa bastante y me quita el sueño. Si no, hablar acerca de otro miedo, que, aunque también me angustia, me resulta más fácil de tratar.

Me refiero a mi miedo recurrente, sistemático y en aumento a la gran masa gris, a ser parte de esa gran masa gris, las legiones anónimas de lacayos corporativos (por más fight club que suene), de ser otro ser más, irrelevante, olvidable, intrascendente. Me aterra existir como un ser sustituible, que no dejó huella, me aterra ser considerado un otro más.

Me aterra ser otro empleado de camisa azul y pantalón khaki, ser un número de carnet de banda magnética (por más puertas que abra, literalmente) no quiero ser un simple registro de una nómina, no quiero ser un link en una página de internet que lleve a una foto y una síntesis curricular, me da pánico limitarme a ser una extensión de teléfono o una dirección de correo electrónico.

Me da miedo sacrificar grandeza por seguridad, riesgos por convencionalismos, locura por sensatez. Me da terror que mis delirios de grandeza fracasen estrepitosamente (si, yo se que suena increiblemente prepotente, pero esto es sinceridad en pleno, y a veces ser sincero es ser arrogante).

¿Será que preferiríamos si tuvieramos la oportunidad de elegir, cual Aquiles, un destino trágico pero recordado, sobre una existencia plena pero intrascendente?¿será que nuestra arrogancia nos reduce a ser meras prostitutas de la historia, dando hasta nuestra felicidad por el placer fútil de vivir en el recuerdo ajeno?¿será que no hay absurdo más grande que pensar en la influencia que vamos a tener en un mundo del cual ya no formamos parte?¿qué placer o satisfacción podemos devengar de figurar en páginas que no leeremos y de afectar mentes que jamas conoceremos?

Tal vez tenemos (tengo) que ser más humildes, dejarnos de pretensiones y limitarnos a casarnos, reproducirnos, educar bien a nuestros hijos y resignarnos a morir... no, no sirve, es la misma idea que me traumatiza.

Pero bueno, basta, al fin, es lunes en la mañana.

3 comentarios:

Bibi dijo...

Quisiera que se me ocurriera algo inteligente que comentar, pero no viene nada... solo, no se deje consumir por el miedo.

Carito dijo...

Es fácil convertirse en uno de ellos, pero difícil ser feliz siéndolo... Al final, el espíritu busca su escapatoria...

Sophie dijo...

Precisamente de esa idea de trascendencia que se deja ver entre líneas es que viene tu miedo a la muerte, aunque no quieras hablar de ello. Alguien una vez dijo que aquel que teme morir es porque tiene una vida que vale mucho...