miércoles, 10 de septiembre de 2008

Esa torre de marfil (surrealista)



Vemos acá, a la magnífica torre Oeste de Parque Central, esta se ve hermosa, pacífica, imponente, un pilar reluciente (y brillante) que se impone en el corazón de Caracas, un monumento diseñado para recordarnos de la grandeza de nuestra nación, esta monumental y solemne obra está ahí, perenne recordatorio del esplendor de los gobiernos de Caldera (el que aprobó el proyecto) el de CAP (cuando se terminó de construir la primera torre) y de Luis Herrera (durante el cualse terminó de construir la segunda). y ¿quién podría oponerse, incluso quejarse o criticar el producto del gobierno de tan exitosos e ilustres presidentes de la nación?

Estos dos titanes se erigían como los edificios más altos de Latinoamérica, hasta que los desgraciados mexicanos dicidieron construir la llamada torre mayor, mediante la cual lograron de manera sucia e injusta destronar a nuestras torres como las más altas, el colmo es que la fulana torre del DF es sólo 5 metros más alta que la nuestra, ¡mexicanos sucios y canallas!. El autoestima de dichas edificaciones también fue severamente lesionado cuando esos chinos malvados comunistas de Taiwan hicieron una torrecita que ojalá sea derribada por un Tsunami, dicha torrecita destronó a las nuestras como el edificio de hormigón más alto del mundo. Pobres torres, tuvieron que ir al psicólogo ya que se encontraban muy deprimidas, tanto así que una se trató de suicidar, la pobre torre este, gemelo mayor que siempre se encontró acomplejado porqué pensaba que querían más a su hermano menor... Ese amargo día del 2004 siempre estará en nuestras memorias, ese incendió sin duda estuvo a punto de calcinar el orgullo de una nación. Los suicidios, como Kurt Cobain ya lo ha demostrado, se prestan para elucubraciones y teorías conspirativas, y existen hoy fanáticos de la torre este que insisten que el incendio no fue un atento de suicidio por parte de la torre, sino que más bien fue una artimaña de los dioses de la ironía que pensaron que sería gracioso que el edificio donde estaba situado el Ministerio de Infraestructura se quedara sin infraestructura, el punto es que tenemos que estar eternamente agradecidos que nuestro pequeño ídolo de concreto, después de cuidados intensivos, ya está mejor y recuperándose, debemos resaltar la increible eficiencia con la que han reparado

Un punto memorable de la Torre Oeste, esa olla vertical de burócratas menesterosos y ministerios eficientes, son sus ascensores, siempre teniendo en cuenta que como ir a Disney está muy caro e igualmente visitar el imperio no es bien visto por estos lares, los siempre diligentes administradores del edificio decidieron brindarle de manera gratuita a todos los que tenías la increible dicha y júbilo de transitar por la edificación, la oportunidad de tener su experiencia sui generis de la afamada atracción florideña de The Tower of Terror. Esto, obviamente deriva en la necesidad de que estos ascensores tengan ascensoritas (ver Zurimendi para la referencia) Primero, en los ascensores de Parque Central, en una especie de oda a la anarquía, no existe coherencia ni sentido lógico, de hecho no existe relación alguna, entre lo que indica el botón y el piso al que te lleva, por ejemplo, si quieres ir al 11 la ascensorita marca el 37, para ir a planta baja marca el 52 y así con todo, por ende, el carácter no inteligible de los botones, ese complicado lenguaje dadaísta sólo es descifrable por unos pocos seres iluminados, escogidos de entre la mayoría por cualidades secretas que permanecen incomprensibles para los meros mortales (que tragedia sería si a uno le pasara algo, cómo haríamos para subir...), la segunda razón que confirma su necesidad es la imposibilidad de marcar los botones, los botones de los ascensores de Parque Central no responden al toque del dedo de un mortal, de hecho, para lograr que funcionen es necesario realizar un complicado procedimiento en el cual, con una moneda (la procedencia y denominación de la moneda, es, hasta ahora, un misterio) hay que rozar, de una manera especial y mística el botón, sólo mediante esta danza ceremonial es que el botón se ve cubierto por un halo de luz amarillenta que nos indica que ha tomado en cuenta nuestras súplicas. Por último, y creo que está es la función principal que dichos ascensoristas cumplen, es que como ya habíamos mencionado ut supra, estos ascensores nos brindan una especie de homage a la atración de Disney en la cual los pasajeros sufren las peripecias y exentricidades de un ascensor caprichoso. Estos ascensores, sin duda, son caprichosos, en el cumplimiento de sus labores operan de la siguiente manera: después de emprender su odisea hacía arriba, estos, al llegar a su ítaca, abren sus puertas cuando todavía puedes ver 20 cm del piso (es decir, del entre piso), posteriormente hacen esfuerzos descomunales para revertir su descalibre y (todavía con las puertas abiertas) suben (de más) de manera que ahora vez los 20 cm del piso de arriba del que querías ir, posteriormente, como con el acondicionador, enjuague y repita. Después de esta experiencia que posiblemente haya infartado a varios, la cosa se nivela y te puedes bajar... Por esas características particulares del viaje es que tengo mi propia teoría acerca de estas ascensoristas, en verdad, aparte de sus dotes descomunales para hablar el lenguaje de estos ascensores, tienen también entrenamiento paramédico (quiza tienen las planchas que dan el electroshock que tanto usaban en baywatch) por ahí, y por supuesta, previendo cualqueir falla del sistema, poseen entrenamiento en rapel para poder abandonar el barco en caso de malfunción...

Si después de su jornada burocrática, seguramente inútil, donde sólo fue peloteado de un piso a otro y no recibió ninguna respuesta concreta ( y mucho menos una solución) usted logra salir vivo de los ascensores de Parque Central ¡CUIDADO!, todavía no está a salvo, ya que para completar el cuadro surrealista, en el sótano de dicho complejo decidieron contratar a una Anaconda para que se coma a los ratones y a la ocasional persona que enoje a un viceministro.

Si después de leer esto, no está convencido de que Parque Central es un gran homenaje, una oda si se quiere, porqué no, incluso una alabanza a Dalí, Buñuel, García Llorca y Bretón etc... déjeme decirle dos cosas
  1. Vaya usted y dese cuenta
  2. Es estúpido por no creerme.

5 comentarios:

PebbLes dijo...

Jajaja, es cierto. Una vez fui a un plan vacacional (en aquellos 40 años de cúpulas podridas) tenía como 10 años y el autobús nos recogía en parque central, como mi tía trabajaba en un ministerio que quedaba ahí un día se me ocurrió subir a visitarla, y esa experiencia terrorifica del ascensor, la viví ademas de que te da como un vacío en el estómago cuando sube, digno de una montaña russa de Isla Aventura. Bueno el cuento es que me perdí y tuvieron que llamar a mi tía por un parlante y yo llorando, con la ascensorista agarrandome la mano. Bendita sea. jeje

Miss Alice dijo...

Jajajaja excelente!!!!

Toto dijo...

En un edificio publico hay el siguiente cartelon: Favor no asomarse para ver si el ascensor esta llegando. En referencia a que la gente abre la puerta para ver donde va el vagon. No es cuestion de arquitectura, es cuestion de viva brutalidad.

Mene dijo...

que buen blog! saludos

Anónimo dijo...

Muy bueno. Una sola omisión: las filtraciones de... ¡aceite! entre piso y piso de los estacionamientos de parque central.