miércoles, 13 de agosto de 2008

fugacidad inexistente

¿a dónde se dirige la silueta fugaz?, su paso apurado que sólo fue posible detectar por la esquina de tu ojo te deja intrigado, es una especie de invitación a seguir, a dejarse llevar por ese discreto encanto de lo desconocido, perderse por esos lugares harto transitados, transformados en sitios totalmente diferentes por el simple hecho de que los estás recorriendo con otro estado de ánimo. Una invitación pasiva y dada sin mucha importancia, simplemente esperando, (¿o en realidad anhelando desesperadamente?) que te pares de la silla y arranques, a velocidad de cien metros planos, detras de ese objetivo difuso, corres por el hecho de correr, tal vez era la excusa ilógica que necesitabas para interrumpir de manera tajante el normal flujo de las cosas, tal vez pedías a gritos que el día de hoy no fuera exactamente como el anterior y como el de mañana, el trastabilleo inquieto de las ansias de unicidad te carcomían por días, pero lograste de manera hábil ignorarlas, estabas firme en tu determinación de que la semana fuera totalmente común y corriente, te negaste a enfrentar ésas ansías de cara a cara, sabías claramente que te terminarían convenciendo, y esta fue la oportunidad que el destino les entrego, y creeme que la aprovecharon.

Sin importarte la mirada anonadada de los que te rodean te paras con ímpetu de tu silla, dejando atrás y sin cuidado los objetos que tú mismo te has dedicado a lustrar de manera reiterada, mientras arrancas, ignorando tu minuciosidad recurrente, sin que te importe o te pase por la cabeza la idea de que podrías tener los cordones de los zapatos desamarrados y podrías caer estrepitosamente (aterrándote la burla después de la caída no la caída en sí) sin que te importe tu paradero, para este viaje no hay guía Michellin, no llevas aspirina en la maleta y francamente el miedo neurótico de que se te mojen las medias y no tengas un par fresco no cabe. Este momento es tu entrega al caos (¿o a la libertad?¿será que le tienes miedo a la palabra?) desde este momento te encuestras secuestrado por la fuerza abrumadora de lo irracional, siendo tu única razón de ser la persecución de esa silueta que viste pasar, cuando has dado tres pasos la parte racional de tu ser empieza a hacer click, sacando como de costumbre su arsenal de manías e inseguridades, tratando de engancharte en esa viciada conversación contigo mismo de la cual siempre TU sales perdiendo, la decides mandar al carajo. Te das cuenta la cantidad estrepitosa de cosas que, con un impulso, sin pasar por la almohada, ni mucho menos por el tracto digestivo (¿o es vomitido?) estás hechando a la basura ipso facto.

Decides continuar, en tu frenético deambular por las calles, donde la realidad en technicolor y alta definición fue derrocada por la niebla impenetrable que la fugacidad del momento decidió imponer, te das cuenta que estás tropezando gente, pisando charcos, estás en pleno contacto con el mundo y las fuerzas interferentes que lo manejan, pero decides estoicamente continuar tu marcha, piensas que no existe elemento capaz de detenerte ahora, pareciera que eres indetenible, sientes que una extraña aura de superioridad te permite abrite paso entre los obstaculos, eres invatible, lo sabes...

El reloj con el que de manera religiosa pulías tu autoalabada virtud de la puntualidad se ha caido, ni siquiera volteaste a ver donde cayó, pudiste internalizar a plenitud el tempus fugit que te repites a diario mientras de lavas los dientes, sólo vives para la carrera, tu objetivo se pierde de vista, pero aún mantienes confianza en que lo alcanzarás, horas y horas pasan, o piensas que pasan pero tu continuas en la faena.

Paras un segundo a agarrar aire e inmediatamente te das cuenta que la niebla se ha retraido, dejándote solo, es cuando asumes e internalizas, que el callejón está desierto y oscuro.

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