La mesa redonda del Algonquín

A la izquierda vemos una caricatura de un grupo de gente sentada en una mesa. Eran lo que en un momento fue conocido como la mesa redonda del Algonquín, siendo este un hotel en NYC. Pero no eran el típico grupo de pajuos que se reunen a almorzar para hablar paja, eran un grupo de personajes, entre ellos varios columnistas (4 ganaron pulitzers) varios críticos literarios, escritores de obras, actores (estaba harpo marx, el hermano de groucho) entre cualquier otro tipo de persona que quisiera unirse, el único requisito siendo una lengua suficientemente afilada para hacer chistes ingeniosos, sarcásticos y despectivos de lo primero que tuviera la mala suerte de pasarles por alante (o por la cabeza)
ahora, este grupo de coñoemadres políticamente incorrectos se reunío para almorzar por casi diez años, (de 1919 a 1929), almuerzos los cuales les sirvieron para nutrir sus respectivas columnas de periódico e incluso para escribir obras, hubo pocas instituciones, personas o cosa escrita sobre papel que tuviera la dicha, o mejor decimos la suerte, de escapar de las garras de este selecto grupo.

Lo que viene al caso es que yo quiero un grupo así en Caracas, quiero 14 personas con las que me pueda sentar a comer (no todos los días porque el sueldo no da pa eso, me conformo con una sóla vez a la semana) a despotricar, burlarme y hacer comentarios políticamente incorrectos. Un grupo de personas con las que no te sientas mal cuando dices comentarios como "la cola del banco estaba más larga que la del pan en áfrica", o con la que puedas hacer chistes que involucren referencias (para algunos obvias, para otros, francamente inexplicables) de historia o cultura popular sin que cuando menciones a Mussolini se te queden mirando con cara de Ahhh? ¿quíen es ese? Un grupo de personas donde puedas hablar sin tener que usar eufemismos, donde en vez de hablar mal de alguien y ser juzgado puedas hablar la verdad de alguien y reirte de él, donde los juegos de palabras y comentarios ingeniosos no pierdan su sabor porque tuviste que pasar los dos minutos siguientes explicándole al idiota que tienes al lado porque da risa, donde los comportamientos o actitudes que algunos llamarían masturbación mental no serían considerados impuros sino mas bien serían incitados, donde no tienes que andar mordiéndote la lengua por miedo a que te tilden de prepotente sino que los actos de desprecio al común denominador sean apreciados por lo que son, donde la habilidad para insultar a alguien y que no se dé cuenta sino hasta después de tres días sea algo alabado, donde nunca se exclame la frase que de bolas te pasaste con eso no se juega, donde la noción de que en el mundo, la cantidad de cosas sagradas, intocables e inburlables está siguiendo el mismo camino que el dodo, y por ende la irreverencia sea la regla en vez de la excepción, quiero una mesa donde ser políticamente correcto sea políticamente incorrecto . Es decir, quiero almorzar con gente que reune todas estas cualidades, que las tiene y de sobra, pero que por razones de convencionalismos sociales no puede desplegarlas del todo, una mesa de almuerzo donde lo único que impere sea la unidad y las ganas de ver la vida desde otro ángulo, sin reservas y sin miedo.