martes, 8 de septiembre de 2009

Explicaciones sobrevenidas (acerca de No carajo y punto)

Hace un tiempo escribí un post titulado "¡qué no carajo y punto!" el cual pueden ver más abajo. En dicho post trato de explicar las razones de mi aversión a esos sitios nocturnos llamados discotecas. No obstante las razones expresadas ahí (las cuales mantengo íntegramente) existen otras razones subyacentes, las cuales en un intento de sinceridad y de decir lo que siento sin autocensurarme (cosas que, por razones que tal vez explique eventualmente, han estado ausentes de acá desde hace un tiempo).

Esto lo digo porque el otro día me vi obligado a asistir a uno de estos sitios (por compromiso, no por iniciativa) y me entró una de auto psicoanalizarme. Entonces, entre reminiscencias y fantasmas del pasado creo que llegué a una conclusión, la cual (en verdad no sé porque, puesto que es algo que me debería apenar) trataré de explicar a continuación.

La asistencia a los inefables locales nocturnos es una especie de monopolio grupal, puesto que mucha gente (o bueno eso pienso) encuentra placer en su concurrencia. No sé si es la sensación de estación de metro a las 6 de la tarde cuando hay retrasos en el sistema, o el hecho de que los tragos comprados a 7 veces su costo hacen que la rasca sea mejor. El punto es que a mucha gente le gusta ir a estos sitios, tienen, pudiéramos decir, una posición privilegiada entre otras opciones de entretenimiento (bares, cine, restaurantes o casas de gente). En mi adolescencia la predilección de mis amistades (cosa que no tiene nada de malo) era de esperarse: discotecas.

Hay que tomar en cuenta que, aunque me parezca pavosa y repugnante, la frase "entre gustos y colores no han escrito los autores" es bastante acertada. Por eso encontramos a gente que prefiere Burger King sobre Tropi Burger, Cocacola sobre Pepsi y beisbol sobre fútbol. Las cualidades personales, obviamente, no escapan este campo. Agreguemos a esto el hecho entre los productos y las personas siempre hay una competencia por escasos recursos o beneficios. En el caso de Burguer King y Tropi Burger es por personas que coman hamburguesas, en el del beisbol y el fútbol es por gente con interés en el deporte. En el caso de los adolescentes hormonales es por adolescentas (para usar la manera de expresarse del constituyente venezolano) igualmente hormonales.

En este proceso cada competidor busca a su vez obtener la mayor cantidad de elementos a su favor que le permitan ser exitoso en la contienda, son lo que ha sido llamado las ventajas comparativas. Por eso, las compañías de minifalda no se pelean por el cotizado mercado de mujeres islámicas y Tamanaco no vende su -en Venezuela omnipresente en casa con niños- kit de beisbol en Brasil, tampoco Evinrude tratará de vender barcos en Bolivia. Lamentablemente un adolescente con lentes, tendiente a la gallez, que además por alguna razón misteriosa carece de el más mínimo sentido de ritmo -ergo, carece absolutamente de la capacidad de bailar sin causar el mismo efecto que Elaine- no llegó a las mismas conclusiones que compañías exitosas (ahí la razón por la cual las compañías exitosas lo son en su rubro y él no lo fue en sus fines juveniles).

Voy a tomarme la libertad de asumir -creo que con bastante certeza- que la razón principal por la cual una persona va a una discoteca es para, seamos sinceros, agarrarse a alguien. No es muy difícil llegar a la conclusión, el alcohol abunda y la relativa oscuridad hacen atractivas a personas que jamás lo serían a plena luz del día. Sin embargo, para lograr tales fines son necesarios una serie de elementos, entre ellos, poder mover los pies de manera rítmica con algo de fluidez. Yo, lo digo abiertamente (creo que por el hecho de que ya dejó de importarme) carezco de esas habilidades, por ende, mi confianza bajaba y no tenía mucho éxito que se diga. (Tampoco me voy a martirizar diciendo que fue nulo, fue escaso, no nulo)

Por ende, mi razón original para despreciar las discotecas es el alto grado de frustración que me ocasionaba la asistencia a las mismas.

-lo digo abiertamente, si alguien encuentra en eso motivo de risa, que se ría, ya llegué al punto en que no me importa... los 17 los dejé atrás hace rato-

Lo que tengo que agradecer (y lo que creo que me permite escribir esto) es que me di cuenta de que no era un problema mío, era simplemente que estaba compitiendo en el mercado equivocado, al fin y al cabo, no podré bailar ni medio, me dará terror acercarme a mujeres desconocidas, pero (el siempre hay un pero en este caso me favorece) tengo cualidades a mi favor, hablo bastante y hasta hay personas que disfrutan mi sentido del humor. Por ende el sitio indicado para buscar con quien desatar mis pasiones juveniles no era en un sitio donde el retumbar de un bajo escupiendo reggaeton impidiera cualquier conato de conversación. En los otros sitios pues radicaban las posibilidades de éxito.

Así que, como Michael Jordan, quien se dió cuenta de que el era bueno en Basketbol y no en golf, dejó su marusa y volvió a sus gomas, Manuel Andrés Casas dejó las discotecas.

2 comentarios:

luispimentel dijo...

no causas el efecto elaine?? seguro??

jose elguezabal dijo...

house... yo se q te dan arrechera las dicotecas, pero que yo me recuerde con nosotros siempre la pasabas bien.. sin embargo tu epifania sobre en que mercados competir es valida y te aseguro que ahora q sabes en q segmento de mercado buscar clientes te ha ido mucho mejor.. de hecho tienes nova.
Sigo defendiendo las discotecas, pero entiendo y respeto profundamente tu opinion sobre ellas.

PD Cuadno Jordan dejo el Basket intento fue en el Beisbol no en el golf